
De la elevación de nuestro ánimo
más que lo favorable o adverso de la suerte,
dependerá que nuestra vida sea fructífera o estéril.
El templo de tu ánimo tienes que forjártelo tú mismo.
No es algo que se nos coloque en la cuna como un regio presente de hadas.
Tienes que ir haciéndotelo, día tras día, pieza por pieza, como una armadura brillante y sólida.
De ti sólo depende que tu caracter sea flojo o recio, estéril o fecundo, fuente próvida de dichas y gozos o turbio manantial de aflicciones y congojas;
de ti y de las ambiciones que alimentes,
de los pensamientos que albergues,
de los ideales que te propongas,
de las emociones que te dominen.
Graba en tu memoria el consejo de Epícteto:
" Recuerda que en toda fiesta hay dos convidados a quienes agasajar: el alma y el cuerpo; y que perderás cuanto des la cuerpo, más conservarás por siempre lo que des al alma".
La vida de Epicteto es uno de los blasones de la estirpe humana.
Fué esclavo; adoleció de una fea cojera; vivió en estrechez y miseria extrema, y, sin
embargo, proclamó, en medio de sus vicisitudes y sufrimientos, el señorío inmortal del alma sobre el cuerpo, conquistó para su espíritu una grandeza y
una perfección rara vez igualada, y dió al mundo, como una lluvia de granos de oro purísimo, preciosas máximas que han servido para sostener,alentar y consolar a millones de hombres y mujeres que, en una larga cadena de siglos, han emprendido la ascensión difícil hacia las cumbres más altas que es dable alcanzar al espíritu purificado de la terrenal escoria...
Winfred Roades
**Del libro Panoramas de América-
Libro de lectura para quinto grado
(primario)-edición de 1960-
Este fue mi libro de lectura y lo conservo.
Este fragmento ha sido sacado de la revista Selecciones del Reader´s Digest,
publicada en español en marzo de 1941,quien a su vez sacó el artículo del libro
de W. Roades(el propio yo con que Ud. tiene que vivir).