Cuentan que fue don Dalmiro Varela Castex quien, en 1888 se paseó por las calles de Buenos Aires con un triciclo DE DION a vapor,
en 1892, importó el primer automóvil: un Benz con propulsión a caldera y asiento para dos personas
para el cual obtuvo la patente N° 1, no sin que para conseguirla hubiera tenido que disputarla con el propio intendente de la ciudad de Buenos Aires, que pretendía reservarla para su futuro coche oficial.
Cinco años más tarde ingresó un Daimler a gasolina, perteneciente a Guillermo Fehling, quien debió memorizar un complicado manual de 40 páginas antes de sentarse al volante. Ante la previsible falta de surtidores,un tintorero amigo le facilitaba nafta de la que usaba para quitar las manchas.
Lo cierto es que el aparato tenía alarmada a la plácida ciudad, poco acostumbrada a velocidades que llegaban a 50 Kilómetros por hora.Tanto respeto debía imponer el vehículo que ni su mismo propietario le tenía demasiada confianza. Y se cuenta que en una oportunidad pidió la colaboración de un vigilante para que alejara a los curiosos antes de cargar nafta: Tenía miedo que explotara.
En 1905, y con cerca de medio millar de automóviles alarmando a los viandantes,las carreras de autos eran ya una pasión, si no de multitudes, por lo menos de algunos.
Ese año, en un parque perteneciente al barón De Marchi, se dispuso
una prueba en la que se impuso un Decauville de doce HP.
Marcelo T. de Alvear era un verdadero fanático del automovilismo.
En 1898 había importado su primer vehículo y en 1901, al volante de un Locomobile a vapor,
venció al Panhard de Aarón de Anchorena en una carrera efectuada en la pista del
Hipódromo Argentino.
Pero el primer gran héroe fue Juan Cassoulet, un volante capaz de unir en un raíd la Capital Federal con Bahía Blanca, después de vencer una ruta de tierra en que lo asecharon mil peligros.
Historias de allá lejos en el tiempo...
7 comentarios:
Vaya con Don Dalmiro, que fue el primero... y con los que le siguieron: "aquellos viejos chiflados, con sus locos cacharros"...
Como siempre, Irma, todo muy bien documentado.
Avec plaisir...
DÉDALUS
Lo mismo pensé, esos chicos eran de la alta sociedad y adquirían las "novedades" que aparecían en Europa.
Marcelo T. de Alvear fue presidente de la Nación después.
Que pensarían si vieran las calles de Buenos Aires, invadidas de autos modernos y las autopistas...?
Pero, ellos fueron los pioneros con sus cacharros...jaja!
Convengamos que eran muy valientes para subirse en esas "cosas".
El placer es mio
Un abrazo.
QUE LINDA HISTORIA CONTADA Y GRAFICADA CON IMAGENES MUY BUENAS MAS LA MUSICA QUE ACOMPAÑA LA LECTURA .
BESOS ABRAZOS Y MUCHO MUCHO HUMOR EN TU VIDA.
YERMANDELUXE
DESDE YA MUCHAS GRACIAS POR TU APORTE DEMOCRATICO Y PLURALISTA EN MI BLOG RESPECTO AL GOBIERNO Y EL CAMPO ( ME ENCANTA LA PARTICIPACION CIUDADANA )
Los snobs ricos no cambian con el tiempo, solo cambian de objeto.
Un beso.
Que bárbaro Irma! Cuanto puedo aprender en tu blog!
Muchas gracias. Un beso grande,
Marina
Sasián, cuánto tiempo sin visitarte, y con el placer que me da!!!
Tu blog es un lindo lugar para abrevar la historia que no está en los libros
Un beso
Mi querida Irma, historias de allá lejos, que nos hacen recordar los primeros autos que llegaron a tu país, y ya me imgino como habrán sorprendido sus apariciones en una ciudad acostumbrada a movilizarse en otros medios.
Un abrazo fuerte.
Maya
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